Es un hecho que hoy en día muchos de nosotros, casados, no casados, jóvenes, viejos, científicos, psicólogos y articulistas de revistas del corazón, estamos de alguna manera u otra cuestionando la institución del matrimonio. Groucho Marx decía: "El matrimonio es una gran institución. Por supuesto, si te gusta vivir en una institución.”
Existe una señora en Alemania que está proponiendo que el matrimonio se renueve cada siete años, con todas las de la ley digamos. Yo no estoy casada y por eso podría parecer que soy neófita en el tema pero si bien que nadie experimenta en cabeza ajena, creo que de alguna u otra manera todos llegamos a conocer partes de muchos matrimonios por las experiencias que vivimos dentro de nuestras familias y con nuestros amigos más cercanos.
Este asunto de replantearse el matrimonio cada siete años me parece una forma más de tratar de sobrellevar esta institución y hacerla más realista. Los índices de divorcio en el país son altísimos pero también seguramente ustedes conocen parejas que han durado más de treinta años. Creo que tampoco nos tragamos ya la versión de que todo es miel sobre hojuelas y por más que nos sigan contando historias maravillosas (que existen por supuesto) también es un hecho que hay muchos pasajes escabrosos que nadie cuenta. Como dice Chris Martin “Nobody said it was easy, no one ever said it will be so hard”. (Nadie dijo que esto seria fácil, ni nadie dijo que esto pudiera ser difícil).
Ahora ¿por qué siete años? ¿Qué no sabemos de parejas que al año se divorcia? O de algunas que tuvieron 15 años buenos y luego todo se fue al carajo. Como en todas las relaciones de pareja creo que la negociación se da todos los días, casados o no. Si tuviéramos que renegociar cada siete años, si la pareja no ha tenido un matrimonio, digamos, ejemplar ¿acaso no se corre el riesgo de que antes de los seis meses de la decisión ambas partes le echen ganitas y los años anteriores que no fueron buenos parezcan desaparecer en una etapa ilusoria provocada por el miedo, a la pérdida de algo a lo que ya nos acostumbramos?
Claro que estoy de acuerdo con el planteamiento de esta mujer, el mensaje de fondo es no dar nada por hecho, valorar y reconocer, y también que es de sabios cambiar de opinión. El mensaje también es el aceptar que de entrada el “hasta que la muerte nos separe” resulta anacrónico y en muchos casos obsoleto. Pero, yo diría, si te vas a casar, pues éntrale con la idea que inicialmente plantea la institución del matrimonio, el asunto de la renegociación sería otro tipo de acuerdo, muy válido, pero que equivale a otra opción como también lo es el vivir juntos, vivir separados pero dentro de una relación o simplemente no comprometerte con nadie.
Supongo que al igual que yo, hay mucha gente que no cree ciegamente en el matrimonio, ni cree en la soledad eterna, por eso seguimos buscando opciones, luchando tanto por caer como por no caer, peleamos por alguien hasta el final, pero el final no es la muerte, o no debería ser si lo que estás haciendo es solamente pelear, sobrevivir una relación. Alguna vez fui a una boda protestante, la mujer que casaba a mi amigo les dijo “tú no la vas a hacer feliz a ella y ella no te va a hacer feliz a ti, cada quien deberá buscar su propia felicidad para así poder compartirla” Me pareció muy atinado.
Mi amigo se divorció a los cinco años. No fue nada feliz.
Es muy irónico que si nunca te casaste, la gente dice “ah” como en tono lastimoso, pero si aún no te has casado, la gente que sí está en sus primeros años de matrimonio te dice “no mames no te cases, vive tu vida” Coño, quién los entiende.
Si la opción fuera siete años, se valen más, se valen menos, pero la aspiración fuera a algo así como seis Navidades, seis veranos, y tal vez un chavo que sólo criarán juntos unos cuatro años……¿sería más fácil?
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